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Mas dificil que un Cartero de Costa Rica

Dirección "desde donde estaba echada la vaca 600 metros al sur"
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SAN JOSÉ (AFP) - Este extraño titular es la dirección más difícil a la que se han tenido que enfrentar los carteros costarricenses en un país donde la gente se orienta por referencias, en muchos casos inexistentes o tan efímeras como la siesta de un animal.

Los costarricenses tienen un sentido de la orientación agudísimo, saben sin la más ligera sombra de duda dónde está el norte, el sur, el este y el oeste o los metros que hay de un lugar a otro sin necesidad de contarlos.

 

También saben dónde se encuentran las farmacias, las floristerías, los hospitales, los palos de mango, los puentes o las gasolineras o lo que es todavía más increíble: dónde hubo una vez un higuerón o la casa de algún personaje fallecido y que sobrevive como referencia para una dirección, incluso si pocos saben quién fue.

 

Todas estas informaciones son imprescindibles para llegar a cualquier destino en una ciudad que como todas las ciudades del mundo tiene calles y avenidas, aunque casi todo el mundo lo ignore.

 

Por todo esto, los costarricenses tienen alma de cartógrafos. No hay nadie que no sea capaz de trazar un mapa en el que aparecen los supermercados, las iglesias o los carteles que te llevarán al lugar deseado, a menudo, después de muchas vueltas.

 

Las cosas se complican cuando uno se adentra en los barrios periféricos o va al campo. Para empezar, pocas son las carreteras señalizadas y en un cruce, mejor preguntar porque si eres extranjero -y por ende con los sentidos desarrollados por los costarricenses adormecidos- puedes estar seguro de que te vas a perder.

 

La cosa se está complicando tanto con el crecimiento de barrios periféricos, que hace un año un decreto presidencial intentó poner orden, después de que Correos de Costa Rica hubiera empezado a hacerlo dos años antes con ayuda de la Unión Postal Universal, primero, de Correos de España después y ahora de los brasileños para codificar las calles del país.

 

"Estamos dando numeración y codificación a las calles y casas", contó a la AFP el responsable de distribución de Correos, Giovanni Campos. Ya hay 450.000 direcciones en este nuevo sistema.

 

Pero si cambiar las señas del tipo "del Farolito 175 metros este" o "de los pollos Kentucky 50 metros norte" -la dirección postal de una embajada europea- lleva tiempo, no es menos problemático instalar señales en las esquinas y las casas con el nombre y el número de calles y viviendas, lo que es responsabilidad de los ayuntamientos que no andan sobrados de dinero.

 

En la municipalidad de San José, por ejemplo, un proyecto de este tipo duerme desde hace "cuatro o cinco años" por falta de recursos, admitió el jefe de urbanismo, Vladimir Klotchkov, un ruso casado con una costarricense.

 

Correos negocia con el ministerio de Educación para que a partir del 2008 el currículo escolar contenga una materia que inculque a los más jóvenes una cultura urbanística más racional. "Bajo esa perspectiva pensamos que la distribución del correo se va a ver facilitada", dice Campos.

 

Y es que actualmente, pese a la pericia, la buena voluntad y el excelente sentido de la orientación de los carteros, un 18% de las 110.000 cartas que trasiegan diariamente por el país se devuelven porque no se ha podido encontrar al destinatario.

 

Cuando a un cartero o a un mensajero le cambian de lugar de operaciones, donde suele conocer a cada persona que vive en su distrito, la cosa se complica. En la empresa de mensajería DHL cuentan cómo en una ocasión tuvieron que guiar a un mensajero a través de la radio durante cerca de una hora para que pudiera entregar un paquete a tiempo.

 

"Por supuesto que nos perdemos, pero tratamos de encontrar las direcciones como nos las dan", asegura Mónica Ramírez, del departamento de Marketing de DHL.

 

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